Desde niña me han atraído las cuevas, allí donde hay una cueva voy yo y siempre el mismo pensamiento cruza mi mente, que sensación experimentarían los primigenios exploradores que la descubrieron…visitarlas hoy no es una aventura tan emocionante aunque la fascinación está garantizada.
La cuatro cuevas, denominadas Cueva Negra, Blanca, Cueva de Luis Salvador y Cueva de los franceses se encuentran conectadas entre sí y se extienden hasta una profundidad de 25 m, alcanzando 2,4 km de longitud, escondiendo en su interior (por sí tanta belleza no fuera suficiente), un gran lago (el Lago Martel), uno de los mayores lagos subterráneos del mundo, donde se ofrecen diariamente conciertos de música clásica con piezas de Chopin… una experiencia inolvidable para terminar la visita a las cuevas.
Este fenómeno físico ocurre en las montañas y en el subsuelo debido principalmente a dos causas: dislocaciones del terreno y acción erosionadora del agua.
Si tenéis ganas de guardar cola (a los madrileños les encanta), después del concierto se puede dar un breve paseo en barca por el lago…..y quien sabe, tal vez el destino tantas veces impredecible y caprichoso nos tenga reservado el honor de descubrir aunque sea una minúscula gruta.
