sábado, 5 de noviembre de 2011

TIMANFAYA (Lanzarote)

"El día 1 de septiembre 1730, entre las nueve y las diez de la noche, la tierra se abrió en Timanfaya, a dos leguas de Yaiza… y una enorme montaña se levantó del seno de la tierra"

Nunca he tenido especial interés en visitar Las Canarias, pero conocer Timanfaya sí llamaba mi atención y he de decir que superó con creces mis expectativas.

Fue declarado Parque Nacional gracias a sus peculiares características vulcanológicas y la extraordinaria belleza de su paisaje. Surgió de las violentas erupciones volcánicas de 1.730-1.736. El relieve producto de las erupciones se presenta ante nuestros ojos causando desde el primer momento sobrecogedoras sensaciones de empequeñecimiento humano y grandeza natural.

Siguiendo la carretera hacia el parque se llega hasta el Islote de Hilario, donde se puede observar la atracción turística de los geysers artificiciales provocados al verter agua fría sobre una cámara magmática que se encuentra a 3 kilómetros de profundidad. La temperatura, de más de 600ºC a poco más de 10 metros de profundidad permite a los empleados del parque prender fuego a matorrales con sólo acercarlos a las grietas del terreno.

El parque de Timanfaya o de las Montañas de fuego puede ser visitado llegando al mismísimo punto donde se produce el origen de las erupciones, sobrecogedor lugar al que el viajero puede acercarse en coche o dromedario contemplando los colores rojo y negro del nacimiento de las erupciones, las grandes avenidas de lava caóticas e irregulares,formas que cortan insultantes los perfiles del paisaje mezcladas con redondeadas y suaves placas de lava (lenguas de fuego que surgen de la nada y se desplazan insolentes hasta los mismos confines de la isla para morir en el mar).

Puntas, Islotes de fuego, jameos y crestas de caprichosas y espectaculares formas dan sentido a una visita nada predecible.

Desde el mirador natural de Montaña Rajada, situada a 350 mts de altura, podemos contemplar una de las zonas mas impresionantes de este lugar: un inmenso mar de lava que ocupa la mayor parte del Parque donde se elevan algunos conos volcánicos coronados por dantescos cráteres, siendo la soledad y quietud de estas caóticas montañas absoluta.

Ciertamente tuvo que ser “acojonante” vivir esas fechas en esta tierra inestable y brutal.

Al visitar el Parque es inevitable pensar como vivirían esos momentos sus gentes, los animales huyendo despavoridos y como las casas y los pueblos serían sepultados para siempre por un rio de lava ardiente...